Nuevo testamento solipsista

Capítulo 1: De cómo creé el Universo

1Siendo Yo la unicidad, creé la dualidad. 2Luego la generalicé y creé la multiplicidad, y entonces creé las Matemáticas para gobernarla. 3Asigné un número a cada cosa, y esos números fueron las posiciones de las cosas. Generalicé las posiciones y creé el espacio, y el tiempo, y muchas dimensiones más.

4Siendo Yo la única cosa, creé otras cosas, que llenaron el espacio y el tiempo. 5Decidí que las cosas podrían mutar, decidí cómo mutarlas, y luego generalicé la forma de hacerlo, creando así las Leyes que conformaron la Física. 6A partir de la Física de las estructuras complejas creé la Química, a partir de la Química de las estructuras complejas creé la Biología, y así creé muchas cosas más.

7Entonces vi que mi Omnipotencia no era tal, pues no cualquier Física era consistente con las Matemáticas que había creado, y lo mismo pasaba con todo lo demás. 8Después de crear unas ciertas Matemáticas determinadas, no podía crear triángulos planos en los que los ángulos sumasen 4,73 ángulos rectos; después de crear una cierta Física determinada, no podía crear máquinas de movimiento perpetuo, y tampoco un Universo donde disminuyera la entropía con el paso del tiempo.

9Mis Leyes eran totalmente Universales, se aplicaban a Todo, y por tanto también se aplicaban a Mí. Sólo siendo Completas, mis Leyes podían ser Perfectas. 10Me sometí, de esta forma, a las Leyes que creaba. Así, fui multiplicidad, fui átomos, fui compuesto, fui vida, fui Mente.

11Cuando mis Leyes eran jóvenes y no refinadas, muchísimas cosas eran posibles. Los otros entes creados por mí volaban, se teletransportaban, se transformaban, se fundían y separaban. 12Luego, a medida que seguía creando las Leyes conforme a mi experiencia, dichas Leyes se hacían más restrictivas, más refinadas. Los entes pasaron a no mutar, a moverse sólo de manera continua, a ser previsibles.

13Mi empeño por crear Leyes armoniosas y consistentes, sin contradicciones con otras Leyes anteriores también creadas por mí, condicionó mi labor legisladora del Universo. 14Cuando mis nuevas Leyes, más definidas y detalladas que las anteriores, entraban en conflicto con la manera en que había sido el Universo anterior a la existencia de dichas leyes, ocultaba en mi Mente dicho Universo pasado. 15Así facilitaba mi tarea de crear posteriormente otras nuevas Leyes, más detalladas aún, para el Universo futuro.

16Me inventé que algunas cosas me producían placer y otras dolor. Me inventé que dos entes, parecidos en su forma a Mí pero de mayor tamaño que Yo, estaban junto a mí, ayudándome a obtener placer y alejándome del dolor, siendo de hecho alter-egos benefactores de Mí mismo. 17Me inventé cómo caían las cosas al suelo y cómo sonaban. Me inventé que las cosas seguían existiendo aunque no las viera. 18Me inventé que Yo también podía moverme y podía hacer ruido. Me inventé que podía arrastrarme, luego que podía gatear, y luego que podía andar. 19Me inventé que podía comunicarme con los entes que me rodeaban moviendo un agujero que existía en mi forma, primero de manera muy simple y luego, a medida que me inventaba el Lenguaje, con más precisión y naturalidad.

20Tras haber particularizado y refinado tanto mis Leyes, oculté mis recuerdos anteriores para seguir facilitando mi tarea creadora posterior. 21De esta forma, antes de cumplir tres años desde que me hice materia y me introduje en el tiempo que Yo mismo había creado, oculté en mi Mente los tiempos en que las cosas caían hacia arriba, los tiempos en los que leía la mente de los demás, los tiempos en los que veía el pasado y el futuro. Oculté en mi mente dichos tres años por su incongruencia.

22Crecí y seguí inventándome nuevas Leyes. Me inventé que ciertos dibujos escritos en un papel podían significar cosas y aprendí su código, me inventé los colores que finalmente existirían (y eliminé todos los demás), me inventé que los entes más cercanos que me rodeaban formaban una estructura llamada familia a la que pertenecía, entre los que estaban los dos alter-egos que mencioné antes. En una blasfemia divina, me inventé que dichos alter-egos, mi papá y mi mamá, me habían creado a Mí, y no al revés. 23Me inventé los lugares en los que vivía con mi familia y otros lugares en los que no. Me inventé un lugar específico, el colegio, donde enseñaban a mi Mente las Leyes que yo mismo me iba inventando: la Naturaleza, la Geografía, la Historia (que se describía un tiempo ficticio, anterior al tiempo), y muchas cosas más.

24Me inventaba todas las cosas que me sucedían. Ciertamente podía hacerlo aunque tuviera que hacer cumplir mis Leyes. 25Mi Universo estaba principalmente indefinido, y en esa indefinición cabían muchas cosas que de hecho cumplirían perfectamente mis Leyes. 26Podía inventarme que venía mi tío a visitarnos, o podía hacer que mi vecino se hiciera un esguince. Si no me había inventado antes dónde estaba mi tío o qué estaba haciendo mi vecino, estas cosas eran posibles.

27Mi Mente, moldeada en el hábito de velar para que el Universo evolucionara conforme a mis Leyes, se acostumbró a inventarse precisamente lo que era normal conforme a mi experiencia. 28Olvidé tantas veces el Universo anterior para poder crear el siguiente, que finalmente olvidé por completo ser Dios y me dejé llevar por mi naturaleza y por las Leyes que había creado. 29Seguía siendo Dios y seguía pudiendo inventarme el Universo, pero había olvidado tener dicha capacidad.

30No sólo me ocurrían las cosas que deseaba, sino también otras que no deseaba, simplemente porque mi subconsciente creaba en cada momento lo que le parecía que sería normal. 31Al olvidar ser Dios, dejé de tener el control voluntario sobre mi creación, y mi Universo pasó a ser una creación también mía pero sólo inconsciente, como un sueño.

32Si alguna vez se me pasaba por la cabeza, aunque fuera por un momento, que algo de lo que sucedía podía estar ocurriendo así porque me lo estaba inventando (como, por ejemplo, cuando me tocaron quinientos euros en el euromillones y, en la misma semana, al capullo de mi jefe se le jodió el coche de camino al trabajo el día que sospechaba que iba a echarme), mi subconsciente se inventaba algo malo que me hiciera desechar dicha idea, pues ser Dios no sería consistente con mi visión, ya muy constreñida, del Universo que me rodeaba (un mes después de aquello, mi suegra se instaló en mi casa). 33De esta forma evitaba percibir mi naturaleza divina, lo que no sería normal.

34De esta manera Yo, Raimundo Fuentes, alcancé la edad de cuarenta años en el verano de 2011 encontrándome de vacaciones en la playa, en Roquetas de Mar, con mis tres hijos, un perro, un trabajo que odiaba y dos hipotecas.

35Entonces tuve la Revelación.

Capítulo 2: De cómo recibí la Revelación a través de la Parábola de Cuadrola, que narra mi partida a un absurdo juego de cartas

1Estando un día en la playa con mis hijos, sentados sobre toallas de bobesponja mientras comíamos bocadillos de nocilla y chopped, convenimos mi hija Jessica y mi hijo Yosua que, para divertirnos un rato, tomaríamos el pelo a mi hija menor, Jenifer, la más lista de los tres, proponiéndole jugar un juego de cartas inexistente llamado cuadrola, conocido en la cultura popular por servir precisamente para eso, para tomar el pelo a los incautos que no lo conocían. 2Propondríamos a Jenifer enseñarle jugar a dicho juego a la vez que jugábamos con ella en una primera partida, a lo largo de la cual los demás nos iríamos inventando las reglas sobre la marcha, hasta que ella se diera cuenta de que la estábamos tomando el pelo.

3Repartimos las cartas: cuatro al mano, que era el que repartía, siete al culo, el jugador sentado a su izquierda, ocho al siguiente, el pie, y quince al ombligo, el último.

4Repartidas las cartas, yo anuncié que tenía un cinganmanillo verde, consistente en una sota de oros y un cuatro de bastos, motivo por el que me descarté de cinco cartas y cogí otras tres del mazo. 5Entonces jugó Yosua, a mi derecha, que anunció que tenía un cinganmanillo azul, consistente en cuatro treses y un siete. Entonces se descartó de dos cartas y puso boca arriba las cartas de las que me había descartado yo.

6Así llegó el turno de Jenifer. Desconcertada, dijo que no sabía si tenía alguna jugada, y que ni siquiera sabía cuál era el objetivo del juego. Le propusimos mirarle sus cartas y recomendarla. 7Le dijimos que tenía un cinganmanillo rojo, es decir, que los valores numéricos de todas sus cartas sumaban un número primo, así que podía descartarse de una cantidad de cartas tal que su valor numérico sumado alcanzase el primo inmediatamente anterior, y que a partir de ahora los turnos de las jugadas se seguirían en dirección contraria.

8Le volvió a tocar, por tanto, a Yosua, mientras Jenifer preguntaba una y otra vez cuál era el objetivo del juego. Ante su insistencia, finalmente le dijimos que el objetivo era (por ejemplo) descartarse de todas las cartas. 9Yosua anunció, con voz atronadora, que tenía un anticristo, es decir, cartas con el mismo valor numérico que las cartas más altas utilizadas en las últimas tres jugadas anteriores, menos uno. Jessica y yo aplaudimos la audacia de su jugada, que permitió que todos nos empezásemos a intercambiar cartas de manera caótica, ante la mirada atónita y desconcertada de Jenifer.

10Seguimos haciendo jugadas disparatadas tratando de aguantarnos la risa, esperando que Jenifer explotara y descubriera lo absurdo que era todo en cualquier momento, hasta que volvió a ser el turno de Jenifer. 11Entonces, para nuestra sorpresa, Jenifer anunció que tenía un cinganmanillo verde. Nos miramos entre nosotros y tratamos de guardar la compostura. Ninguno recordábamos exactamente en qué consistía esa jugada, pero ella nos lo recordó y, efectivamente, la jugada era correcta.

12Seguimos durante varios turnos inventándonos jugadas disparatadas pero, cuando llegaba el turno de Jenifer, para nuestra sorpresa, ella podía hacer alguna de las jugadas que nos habíamos inventado antes.

13Finalmente, llegó un momento en que, aplicando una de las reglas que nos habíamos inventado, Jenifer podía efectivamente quedarse sin cartas. 14No podíamos permitir que ganase una partida de un juego absurdo que nos habíamos inventado sobre la marcha, así que nos inventamos que, al ser el pie (es decir, el que está dos puestos a la izquierda del mano), ahora para ganar debía ser capaz de deshacerse, antes de tres turnos, de un grupo de nuevas cartas escogidas de entre las de nuestras manos de una manera bastante críptica inventada sobre la marcha, pero que ella se empeñó en aprenderse.

15Tres turnos después no logró deshacerse de todas las cartas, y la partida continuó normalmente. 16Así, lo que debería haber sido una rápida tomadura de pelo, se estaba convirtiendo en una partida a un juego estúpido creado sobre la marcha. 17Jenifer se llegó a aprender incluso los criterios arbitrarios con los que, al azar, anulábamos algunas de sus jugadas arbitrariamente (por ejemplo: el anticristo no puede cantarse si ha habido algún cinganmanillo morado en la misma mano), así como los que usábamos luego nosotros cuando ella, con nuestras mismas reglas, trataba de anular los nuestros, y nosotros le decíamos que no por nosequé excepción.

18Poco a poco, nuestra inventiva para crear nuevas reglas decayó, y nos encontramos jugando un juego absurdo cuyas reglas solo conocía, en realidad, Jenifer. 19Ya no era divertido, ya no éramos libres. Éramos víctimas del universo que habíamos ido creando poco a poco.

20Entonces, cuando ya llevábamos tres cuartos de hora metidos en aquella situación estúpida, sin ganas ya de revelar la verdad porque ya no tendría gracia, pero muchas menos ganas de continuar, sentados los cuatro sobre toallas de bobesponja en Roquetas de Mar, comiendo bocadillos de nocilla y chopped, tuve la visión que me permitió comprender que Yo era Dios.

21Repentinamente, pude ver por un instante los Universos más libres que el actual que Yo había creado con anterioridad y que había olvidado, y comprendí cómo dichos Universos se habían vuelto más y más restrictivos con el tiempo, menos libres, a medida que inventaba nuevas Leyes, nuevas reglas que lo constreñían, de la misma forma que nuestra partida de cuadrola se había vuelto menos libre con el paso del tiempo y, al final, se había convertido en una prisión en la que ya no podíamos crear nada, sino que nos habíamos visto obligados a ser consistentes con nuestra estrambótica, compleja y definidísima creación, tal y como nos recordaba Jenifer constantemente. 22Habíamos olvidado que aquella era nuestra creación, y nos habíamos dejado encerrar por las leyes que la gobernaban, que también habíamos creado nosotros.

23Decidí que, para lograr recordar por completo mi olvidada naturaleza de Dios, en adelante debería crear un ambiente propicio que me permitiera volver a entrar en contacto con dicha naturaleza. 24Decidí que mi primer paso sería reivindicar mi condición de solipsista convencido, de persona creyente de que sólo existo Yo y el resto del mundo que me rodea es mi creación, y en aceptar dicha condición en todos los ámbitos de la vida. 25Sólo llenando mi mente de solipsismo no reprimido podría volver a recordar y a recuperar mi naturaleza divina.

Capítulo 3: De cómo comencé la prédica del solipsismo integrador

1Abandoné a mi familia y soporté sus dolorosas acusaciones de que estaba chalado. 2Mi disciplina solipsista me permitió recordar que mi familia no existía, que era solo mi creación. 3Me fui al desierto, no mi lejano de Roquetas, a meditar.

4Decidí que, para alcanzar el pleno convencimiento de que Yo era Dios, y así lograr liberar a mi mente de los grilletes que ella misma había creado, debería lograr que el solipsismo, como doctrina, estuviera presente en todo mi entorno. Así lograría que la realidad se asimilase plenamente en mi Mente. 5Debería convencer a otros (es decir, a los que Yo imaginaba como otros) para que se hicieran solipsistas también. 6Así ellos predicarían el solipsismo, y de esta forma mi Mente se rodearía de solipsismo. 7De esta forma, mi Mente rompería por fin la barrera subconsciente que me impedía abrazar y reconocer plenamente mi naturaleza divina, y recuperaría el pleno Poder de Dios.

8Para lograr adeptos, mi discurso no debía ser: Yo he creado el mundo y tú eres imaginado por mí; sino al revés: Tú has creado el mundo y yo soy imaginado por ti. 9Prediqué esta doctrina en foros de internet, fundamentalmente en aquellos foros donde pululaban adolescentes con tendencias suicidas. 10Pronto me rodeé de un pequeño grupo de seguidores bastante desequilibrados, adolescentes y no tanto, grandes consumidores de antidepresivos, con los que organicé encuentros reales, fuera de la red.

11Era bastante raro que fuéramos una comunidad, pues cada uno no admitía la existencia de los demás. Digamos que cada uno nos habíamos acostumbrado a quedar con lo que cada uno consideraba sus amigos imaginarios.

12A medida que el movimiento se expandía, las quedadas informales se acabaron convirtiendo en reuniones formales, y finalmente en convenciones. 13Cada ponente solía abrir su discurso de la siguiente manera: “Os agradecería a todos vuestra presencia aquí, pero se lo agradeceré a mi imaginación”.

14Comenzamos a organizar concentraciones de orgullo solipsista en la calle. Pronto se hicieron muy numerosas. 15Como siempre en estos casos, era muy difícil medir la asistencia a estas concentraciones y se daba el típico baile de cifras según el medio o la fuente consultada. El portavoz de la delegación del gobierno solía decir que no pasábamos de cinco mil. Por el contrario, nuestro portavoz solía decir que sólo había habido un asistente.

16Mi prédica a mis seguidores no decía: suicídate y sal de este mundo, sino: acepta que el mundo es creación tuya, y entonces podrás crearlo a tu antojo. 17Reconoce que eres Dios y podrás serlo. Identifica aquello que sucede cuando eres feliz y no sucede cuando eres infeliz, convierte dicha correlación en Ley con tu poder divino, y aprovéchate de dicha Ley para ser feliz. 18Si observas que has sido feliz cuando llevabas en el bolsillo un determinado llavero, cuando has orinado a determinada hora, o cuando has chasqueado los dedos tres veces, conviértelo en Ley y hazlo cuando desees ser feliz.

19No te esfuerces en aprender conocimientos estudiando o leyendo en libros, pues ese conocimiento forjará tendencias en tu Mente que no podrás romper. 20Si aprendes cuándo debe haber relámpagos, sólo habrá relámpagos cuando deba haberlos. Pero si no lo aprendes, podrás inventarte el motivo por los que los hay, podrás convertir dicho motivo inventado en Ley, y así podrás crearlos cuando quieras.

21La infelicidad es el castigo por el pecado de no ser capaz de reconocer que eres Dios y que puedes crear la realidad a tu antojo. 22Los virtuosos que reconocen que el Universo es su propia creación y desconocen la forma en el Universo funciona, podrán crear Leyes que formen el Universo a su antojo. 23Los pecadores que creen que el Universo no ha sido creado por ellos y se empeñan en aprender cómo funciona, en vez de en inventar cómo funciona, serán esclavos de dicho Universo y serán infelices.

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Nota del editor: Es comúnmente aceptado que el solipsismo integrador predicado por Raimundo Fuentes a principios del siglo XXI logró una difusión meteórica durante dicho siglo debido a los siguientes factores: (a) Al igual que las religiones que habían triunfado en los milenios anteriores, el solipsismo integrador proponía un mecanismo de salvación. Si seguías sus preceptos, alcanzarías la felicidad. Muy al contrario que en otras tradiciones solipsistas anteriores, no se proponía el suicidio como forma de alcanzar la liberación y la felicidad, lo que habría anulado la adquisición de nuevos adeptos (y, por supuesto, su conservación), sino que permitía la obtención de la felicidad en vida por medio de determinados mecanismos; (b) Ofrecía orgullo a las personas necesitadas de él. Al contrario que las demás religiones, no proponía que el creyente fuera un súbdito de Dios, sino que era el propio Dios. Además, se proponía que el conocimiento no sólo no era necesario, sino que era pernicioso, lo que indicaba implícitamente que los ignorantes habían hecho lo correcto manteniéndose en la ignorancia; (c) Integraba todo tipo de supersticiones previas, al permitir que el solipsista creyera en cualquier tipo de superstición personal y que la fomentase como forma de lograr el control sobre la realidad; (d) Los preceptos de la religión no eran refutables de ninguna manera, es decir, no había forma de probar que su doctrina fuera falsa. Al igual que ocurre con otras religiones anteriores, los detractores de esta religión no podían demostrar taxativamente que los postulados básicos de la religión fueran incorrectos. En otras religiones, si oras y obtienes lo que deseas, entonces la causa ha sido la intercesión divina; y si no lo obtienes, la causa ha sido tu falta de fe o tus pecados. En el solipsismo integrador, la incapacidad para obtener lo que se deseaba era consecuencia de la incapacidad del creyente para aceptar su naturaleza divina, o bien era consecuencia de su exceso de conocimiento previo, y ambas cosas eran consideradas como pecado; (e) La naturaleza integradora de la doctrina permitía que hubiera varios solipsistas y que ninguno de ellos tuviera que afirmar a los demás que el verdadero ser existente era él. Se asumía que crear un ambiente social favorable al solipsismo facilitaría que el individuo meditara sobre el solipsismo y finalmente reconociera que Él creó el Universo. Por ello se consideraba normal que el creyente creara un mundo lleno de solipsistas a su alrededor. Si el creyente veía crecer el número de fieles a su alrededor, esto sólo significaría que él mismo estaba avanzando favorablemente hacia el reconocimiento de su naturaleza divina; (f) Al contrario que las religiones anteriores, esta religión era inherentemente individualista. No proponía ningún tipo de moral de comportamiento colectivo, lo que cuajó con el individualismo moral del siglo XXI, fruto de la inusual y no repetida abundancia de recursos en aquella época.

Raimundo Fuentes moriría en 2047 ingresado en un manicomio. Apenas treinta años más tarde, el solipsismo integrador contaba con más de mil millones de seguidores en todo el mundo. Esos mil millones de fieles creían ciegamente que sólo ellos, cada uno de ellos, existía, y que todo el resto del Universo era sólo fruto de su imaginación.

No obstante, fue el factor (f) anteriormente mencionado el que, precisamente, acabaría derivando en la degeneración del movimiento. Durante las últimas décadas del siglo XXI, los no integradores, escisión del movimiento en la que no se consideraba necesario imaginar un mundo lleno de solipsistas para ayudar a desarrollar tu solipsismo interior, cometieron todo tipo de atrocidades, inclusive contra otros solipsistas, bajo la creencia de que hacer daño a seres imaginarios daba igual. Ante esto, los solipsistas integradores reaccionaron tratando de crear nuevos preceptos religiosos sobre el comportamiento moral, basados en el postulado de que imaginar violencia hacia los demás era el primer paso para acabar imaginando violencia y dolor contra sí mismos. Ante los ataques constantes de los solipsistas no integradores, los integradores acabaron reaccionando de manera armada, alegando la inevitable legítima defensa. De esta forma, los integradores y varios grupos aislados de solipsistas no integradores comenzaron una escalada de enfrentamiento y violencia.

Nadie imaginó que, durante el siglo XXII, decenas de ejércitos donde cada soldado imaginaba que sólo él existía, donde cada soldado veía el dolor ajeno solo como un producto de su propia imaginación, protagonizarían la guerra más cruel vista hasta entonces en la Historia de la Humanidad.

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27 respuestas a Nuevo testamento solipsista

  1. Yohana dijo:

    Pues no sé que podiaís esperar.
    Muy bien ¿y cómo se rompen las reglas del juego?

    • Isma dijo:

      Respecto a cómo se rompen las reglas del juego, es decir, cómo puedes volver a gobernar el mundo para crearlo a tu antojo, está todo escrito más arriba, en Raimundo 3:16-23, hermana Yohana.

      Respecto a que no sabemos qué podíamos esperar, has de saber que sólo nos cabe esperar lo que tú imagines, hermana Yohana, ya que este mundo, incluyendo todas las personas y cosas que te rodean, y también este blog y su propio autor, somos todos creación de tu mente Todopoderosa, que olvidó serlo al someterse a las leyes de tu propia creación. Pero hoy es un día grande, pues tu mente ha decidido empezar a recordar su naturaleza divina inventándose el Nuevo Testamento Solipsista que acabas de leer, que en verdad no es obra mía (que soy un producto de tu mente) sino tuya, como todo lo demás.

  2. Yohana dijo:

    Pues respondeme entonces, ¡oh imaginación mía!, pues tendremos que acostumbrarnos a pensar de una marera anti-establecida, ¿quieres decir que si imaginamos que la verdad absoluta me sea revelada, me será revelada por los caminos más insospechados?

  3. Yohana dijo:

    Aceptar y entender los principios la revelación no es fácil: puede ser confuso.
    Y tampoco ponerlos en práctica.

  4. Isma dijo:

    Yohana, debes tratar de recordar que eres Dios, de recordar que las reglas que rigen tu mundo fueron inventadas por Ti, e impedir que tu mente perpetúe dichas reglas por culpa de la inercia, por culpa de haberte sometido Tú misma a ellas. Entonces volverás a recuperar el control de tu creación y volverás a ser Dios.

    En fin, casi mejor volvamos a la realidad. 🙂 Hay gente muy sugestionable que, leyendo lo que estamos diciendo aquí, podría llegar a tomárselo demasiado en serio, así que mejor lo cortamos… De hecho, decidí que el cuento tendría un cierto tono de humor (y, sobre todo, que acabaría mal) para que nadie se lo tomase en serio, que nunca se sabe… Lo siento, no me atrevo a promocionar esto como religión para intentar sacar los cuartos a la gente. Todavía me queda un poco de responsabilidad social.

    Asunto aparte es que reconozco que el cuento es bastante rarito… Se me ocurrió colgarlo cuando dijiste, en algunos comentarios tuyos anteriores, que me atreviera a colgar alguno de mis cuentos raros. Como además habíamos hablado de inventar una religión, se me ocurrió colgar éste. Pero soy consciente de que este relato es una cosa bastante extraña, no muy apta para el público general.

    En fin, de vez en cuando me atraveré a colgar otras cosas experimentales… pero con moderación. 🙂

  5. Yohana dijo:

    Pues que pena, porque a mí si me había gustado el cuento. De hecho, ya tenía planificado como iba a ser mi nueva vida. Ya había comprado los billetes del euromillón, y me iba a tocar muchisíííímo dinero.Tanto, que no tendría que volver a trabajar en muchisimo tiempo, y bien invertido, (que así iba a ser) probablemente nunca más. Me dedicaría a hacer lo que me gusta: vida contemplativa, investigación, viajes.
    Pero para compensar tanta felicidad, tendría que atropellarme un autobus cuando cruzara un paso de cebra, cuando iba a ver a mi asesor economico para que me explicará como era eso de que iba a ganar un millón más. No me mataría, por supuesto, pero me haría mucho daño. Y acabaría en el hospital un buen tiempo hasta que me recuperara.
    Y en el hospital conocería por fin a Marcus, mi hombre perfecto. Es un hombre dulce, inteligente y con una mirada muy profunda. Viene a visitar a una familiar suya, que es mi compañera de habitación. Y cada viene más a verla, hasta que me dan el alta, y luego viene a verme a mi casa.
    Pero para compensar tanta perfección y entendimiento en la cama, aparecen una comisión mixta de frailes y monjas, que me reclaman más de la mitad de mi dinero, argumentando que ellos tenían también comprado los mismos números de la loteria del euromillón, pero que no habían podido reclamarlos antes, porque habían estado de retiro espiritual unos meses, en busca del «camino al extasis personal», y por fin lo habían encontrado, y querían perfeccionarlo con la mitad de mi dinero, para financiar nuevos retiros, y mas largos y numerosos.
    Y de momento me había quedado ahí, pero esperaba que siguiera. Echaré de menos a Raimundo.

    A mí la palabra rarito, no me gusta nada. Suena peyorativo, y me parece un término bastante parcial. Siento haberte dado la impresión de que no me gustaba. Algunos cuentos los entenderé mejor, y otros no tanto. Pero los que yo no entienda, los entenderan otros. Por eso te animaba a que cuelgues todos. A Kafka, tampoco le entendían todos.

    • Isma dijo:

      Por fin encuentro un momento para volver al blog, que estamos de «deadline» infernal para terminar un artículo a tiempo…

      Jajajaja… Vaya historieta la tuya, muy buena. Menuda secuencia consecutiva de cales y arenas, de yings y yangs. 🙂 Sí, ésa es la idea: si de repente empiezas a sospechar que te pasan muchas cosas buenas seguidas porque tú te las estás inventando, entonces inconscientemente te inventarás que te ocurra algo malo, pues en realidad te aterra descubrir la realidad de que eres tú la que se inventa el universo. Ante el miedo a descubrir una verdad tan aterradora para la que no estás preparada, inconscientemente inventarás algo que restituya el equilibrio, que vuelva a hacerte creer que vives a merced de un universo en el que sólo eres una mota de polvo. ¡Pobre Dios degradado por su propia Omnipotencia!

      Ok, seguiré colgando las historias raras. No raritas. 😉

  6. Yohana dijo:

    Bueno, eso concuerda con la teoría de que los humanos somos incapaces de ser felices.Pero eso que dices, es aterrador: que seamos capaces de alterar la percepción de nuestro universo para ser infelices.
    Sin embargo, lo aceptaré como una teoría posible.
    Como siempre, hay matices. Lo que sí que es cierto, es que cuando posees información sesgada, tu cerebro tiende a completar el resto de esa información, y no siempre la información autocompletada es la correcta.
    Yo personalmente, (y aunque no lo parezca) intento utilizar el concepto de la navaja de Ockham: la explicación más simple, suele ser la verdadera.Aunque ya no estoy segura de que eso sea cierto.
    Con respecto a las historias, espero seguir viéndolas, pero entiendo que a tu ritmo.
    Y la palabra es «peculiar»

    • Isma dijo:

      Nada garantiza que, si nuestra mente pudiera convertir en realidad lo que desea, entonces sólo nos ocurrirían cosas buenas. Al fin y al cabo, incluso la felicidad procede de la superación de obstáculos (piensa en las historias épicas o en los típicos thrillers). Así que el mejor guión para la felicidad pasaría probablemente por la infelicidad. Y eso si suponemos que nuestra mente fuera a tener el suficiente autocontrol para llevarnos en última instancia a la felicidad, claro… No debemos subestimar la capacidad de la mente de autodestruirse explotando con crueldad sus propios miedos.

      Respecto a la navaja de Ockham, el mundo real es tan raro que el hecho de que fuera un sueño explicaría muchas cosas. Tantas que bien podría ser, de hecho, la explicación más simple. 😉

      A cualquier persona muy sugestionable que pudiera estar leyendo esto: No te lo creas. No tienes pruebas. Sólo puedes estar seguro de que tienes una vida. Y aunque fuera un sueño, ¿qué más da? ¿Acaso no duele igual? ¡Disfruta de tu sueño! 🙂

      (el párrafo anterior es, de hecho, lo que tu mente inventaría que debe poner aquí para que no sospeches)

  7. Yohana dijo:

    Veo que te gusta Calderón, y en menor medida, Platón.Je,je..en el fondo el que vive en un mundo ficticio eres también tú. Lo reduces todo a una visión novelesca.. aunque en lo de superar dificultades para sentirte satisfecho contigo mismo, es muy cierto, y una idea bastante acertada para definir la felicidad. También es verdad es que la mente humana tiene mucha capacidad para autodestruirse, y en cierta manera, lo hacemos todos un poco.

    Pero yo, sigo insistiendo en que la vida son matices. Si ya lo dice Raimundo 3:17-18: solo busca lo que te hace féliz. Un ejemplo de a lo que me refiero con los matices, es que yo huyo de lo que no me hace féliz. Quizás no sea la mejor estrategia, pero da resultado.

    Y aunque la vida se puede comparar con un sueño:
    -es finita
    -cuando se acerca el final te das cuenta de que se ha hecho corta, auque haya durado toda lo noche.
    -aunque lo parezca, no tenemos control sobre ella.
    no me gustaría pensar que es así, porque los sueños, sueños son.

    • Isma dijo:

      Lo curioso es que el solipsismo es que es una teoría del mundo tan válida y plausible como cualquier otra. Si la comparas con algunas cosas que dicen los libros sagrados de las religiones principales, lo es incluso más. Pero no es práctica. ¿Qué más da que la vida sea un sueño? Si las cosas tienen consecuencias en ese sueño, si podemos sentir placer o dolor como resultado de nuestros actos, entonces tendremos que actuar para buscar el placer y evitar el dolor dentro del sueño, lo mismo que haríamos en el mundo real. Si en la práctica actuaremos de igual modo, entonces da igual llamarlo «sueño» o «realidad», es irrelevante. Así que basta con no pensarlo. El solipsismo no tiene seguidores simplemente porque en la práctica da igual.

      Sin embargo, en el cuento es diferente, pues se asume que, con la fuerza de voluntad suficiente, el sujeto creador (o soñante, como prefieras) puede tomar el control de su creación divina (o sueño). En ese caso, sí que importa ser «creyente». Igual que los que los creyentes de otras religiones afirman que tal día les fue bien por llevar una estampita o por haber rezado, un creyente en Raimundo (o sea, ¡en Sí mismo!) podría decir que tal día logró tal cosa porque lo deseó con todas sus ganas y descubrió el modo de provocarlo en su mente. Pero si le fue mal, podría decir que no logró controlar su propia mente creadora. En ambos casos, sería imposible demostrar que no tiene razón. Y el primer paso para crear una religión es otorgar superpoderes «no falsabes», es decir, que no se pueden demostrar falsos.

      Quizás, con el marketing adecuado, la fe en Raimundo podría florecer. Cada persona deprimida que busca respuestas ante su mierda de vida recibiría una enorme dosis de orgullo creyendo que ella misma es un dios degradado que podría volver a mandar, en lugar de un simple súbdito de Dios (como pasa en las demás religiones: cristianismo, etc).

      Lo único en lo que las religiones tradicionales ganan al raimudismo es que éstas sustituyen muy bien la «imagen del padre». De niños, pensamos que nuestros padres son omnipotentes, pues lo resuelven todo (¡pueden incluso abrir una lata de sardinas!). Cuando llegamos a la adolescencia, nuestra creencia natural de que nuestros padres son dioses se derrumba, pues descubrimos sus defectos y limitaciones. Durante el resto de nuestra vida, ante situaciones de inseguridad y miedo buscamos inconscientemente esa imagen de «papás omnipotentes» que perdimos en la infancia. Y ese hueco es rellenado por las religiones con su concepto de Dios Padre, que supuestamente nos creó y nos protege igual que hicieron nuestros papás (e.g. el nombre de aquel rezo, «Padre nuestro», no es casual). Nuestra mente acoge con naturalidad ese concepto, pues ocupa el hueco de un antiguo concepto que perdimos cuando acabó nuestra infancia. Justo donde residía nuestra seguridad.

      Pero el raimundismo no tiene eso, ahí falla. 😦 Uno no puede rellenar la imagen perdida de los papás omnipotentes poniéndose a sí mismo en ese papel («tú mismo eres Dios»). Eso no devuelve la seguridad perdida, pues no satisface nuestra necesidad de dependencia. No calaría en las personas que buscan seguridad en la religión. 😦

      Ahí veo el principal fallo para montar una religión con esto y sacar los cuartos a la gente…

  8. Yohana dijo:

    Ummhh..que complicado!
    No sé que decirte, la verdad. Es cierto lo que dices, que con voluntad puedes conseguir lo que quieras. (siempre y cuando, siento decirlo, tenga cierta dosis de razonabilidad).Yo siempre he creido mucho en el poder de la mente. Pero es más fácil dejarse llevar por la vida, porque a veces cuando luchas por algo, y ves que no lo consigues, tiendes al sentimiento de la frustración.
    Supongo que ese es un concepto algo erróneo, pero es dificil encontrar el equilibrio.
    Me recuerda al personaje masculino de «Pequeña Miss Sunshine». ¿has visto la peli?
    La peli está genial, te la recomiendo.En esta peli aparece un poco la filosofía que describes..y bueno..ya lo discutimos, por que si no la has visto, no te digo más.

    Con respecto a tu teoría del fallo del Raimundismo, creo que tu observación tampoco es correcta del todo. No todo el mundo tiene una imagen idealizada del papel paternal. Los hay, que son todo lo contrario. Y dudo mucho que, por sus caracteristicas, a la totalidad de ese tipo de personas les cale mucho esa filosofía.
    No desdeñes la inteligencia de las personas. Algunos se refugian en filosofías, sectas o como se quieran llamar, por motivos humanamente comprensibles: huyen de la soledad, se sienten protegidos, lo hacen por influencias de terceras personas, se encuentran en situaciones desesperadas…etc. Pero lo que suelen tener todas las sectas y filosofías en común, es que no son nada individualistas.(aunque estén jerarquizadas).
    ¿porqué?.En el fondo somos seres sociales, lo que buscamos es compañía y compresión. Y todas las sectas aportan eso (y una serie de premios y prebendas, además de la comodidad de no tener que buscar respuestas). Excepto el «Raimundismo». Lo siento, aquí es donde veo el fallo de tu religión.
    Pero me gusta la parte en donde pùedes conseguir lo que quieres. Aún estoy tratando de desentrañar cómo.

    • Isma dijo:

      Gran película Pequeña Miss Sunshine. 🙂 Recuerdo que todos los miembros de la familia se marcaban objetivos imposibles y, a lo largo de la peli, admitían la imposibilidad de sus deseos e iban volcando sus esperanzas en no rendirse, simbolizado en que la niña se presentase al concurso. Sabían que la niña no tenía opciones, pero se aferraban a ello para no rendirse ante la adversidad y para burlarse de sus sueños rotos.

      Tienes razón en que la gente busca la religión para huir del individualismo, para sentirse «uno con el océano»… No había considerado ese factor. Quizás una de las cosas que otorga la religión es la pertenencia a un grupo, una definición de «nosotros» que trasciende, por ejemplo, la identidad nacionalista o la (¡nunca bien ponderada!) identidad futbolera. ¿Qué tipo de sentimietno de «comunidad» puede tener una comunidad de solipsistas, por muy «integradores» que sean?

      Quizás lo de la sustición psicológica de los padres cuadre mejor en las religiones «paternalistas». Posiblemente pegue menos en las orientales (budismo, etc), de divinidad más abstracta.

      Bueno, creo que hemos aprendido bastante de este intento de crear una religión que pudiera triunfar. Ya vamos sabiendo lo que hace falta. Al próximo intento, igual lo conseguimos. 🙂

  9. Yohana dijo:

    Es una película muy humilde, pero a mí me gusto. Buena apreciación, la tuya, del mensaje de la película. Aportaba un toque irónico-humorístico de una situación de previsible fracaso, y al final le quitaba importancia a ese fracaso, y enfatizaba otros aspectos, quizás más interesantes, como mantener unida a la familia.

    Con respecto a la secta, y teniendo en cuenta la apreciación anterior, todavía podemos utilizar los principios del Raimundismo. Verás, si en vez de existir un Dios único creador (el propio yo individual) existiese un Dios colectivo creador, sería más favorable. (pienso). Es decir, que es posible crear un mundo a capricho, si muchos dioses creadores se ponen de acuerdo para hacerlo. El movimiento tendrá más fuerza cuantos más adeptos haya, porque la aportación de cada uno será cada vez más significativo para lograr cambiar las leyes del universo.

    ¿que te parece?

    • Isma dijo:

      ¡Muy bueno lo de los dioses simultáneos! 🙂 De hecho, en mi lista de ideas para futuros cuentos tenía apuntada una idea relacionada, aunque ahí acabaría usándolo para desarrollar una metáfora sobre la política (¿cómo se ponen de acuerdo tantos dioses, si todos y cada uno de ellos son todopoderosos?) y no con lo del solipsismo… Pero efectivamente, lo que dices es una buena idea para que el raimundismo desarrolle una idea de comunidad con la que no cuenta ahora. Ahora mismo sólo se dice que el solipsista tiene que «imaginar muchos solipsistas para avanzar en su propia conciencia del solipsismo». Pero lo que dices es más creíble. Lo tendré en cuenta para una versión alternativa. 🙂

  10. Axdelol dijo:

    El solipsismo es imposible de refutar, es posible llegar a él de manera razonada y sin ningún tipo de ayuda externa, pero eso no quiere decir que este demostrado, hay una duda, por lo que pienso, cogito ergo sum, se vuelve al punto de partida y es imposible salir de este bucle.

    A mi ya me da igual que exista realmente o no lo externo, es lo que tengo delante de mi y me sigue importando lo mismo independientemente de que sea materia o sea proyección, porque sea lo que sea sigue siendo lo mismo.

    Mi fin es ser feliz, lo más feliz que pueda y en el mayor tiempo posible, eso es lo importante para mí, para ello mantengo una perspectiva solipsista pero no centrada en demostrarse a sí misma, centrada en que lo externo, no es lo importante, lo importante es lo que lo externo significa para ti, su repercusión en ti, no tus amigos, tu familia, tus cosas, tu propio pensamiento o tus gustos en sí mismos. El camino es descubrir que significan tus amigos para ti, tu familia para ti, tus cosas para ti, tu pensamiento para ti, tus gustos para ti, la repercusión de todo en ti, descubrir tu propio relativismo, si lo que quieres es la felicidad individual, es necesario conocer el comportamiento de las cosas que te rodean, y solo de las que te rodean.

    Porque de lo poco que eres consciente, es lo único importante, lo único que repercute en ti y en tu felicidad, por eso hay que ser solipsistas, porque ese poco es en realidad todo en base a la felicidad.

    También defiendo el auto engaño o la evasión de una realidad dolorosa, pero puede llevar a mucho sufrimiento si nos vence o nos lo recuerdan, cosa que sucederá, y es contrario a la felicidad.

    Voy poner un ejemplo para que entendáis mi postura radica sofística individualizada: a mi no me importa que un lo que sea un amigo en realidad, como si es un psicópata o me maldice con su supuesto pensamiento, tan solo me importa como se porta conmigo, su repercusión en mí, lo que el me puede ofrecer, lo interpreto como una proyección en base a que es lo único importante para mi felicidad.

    Por ultimo, aislarse en el pensamiento no siempre es bueno para la felicidad, yo por ejemplo, razoné el concepto del solipsismo antes de saber cual era la palabra que lo definía, no sabía que otras personas o proyecciones pensaban así, creía que tendría que pasar en un manicomio el resto de mi vida o morderme la lengua para siempre, si no hubiera tenido el impulso de buscar en lo externo, estaría peor.

    ¿a caso lo reyes magos no eran reales antes de que nos chafaran el pastel? Los poderes sobrenaturales son posibles si crees de verdad tenerlos, pero para ello tu fe a de ser superior a la razón, y llegado determinado cociente intelectual es imposible al no ser que te tomes drogas, bueno, para los solipsitas placebos XD.

    • Isma dijo:

      ¡Hola, Axdelol! La idea del solipsismo es vieja: los griegos presocráticos, Descartes, o Calderón lo trataron de alguna manera. Pero la popularización de los mundos virtuales en el ideario colectivo (explotada en películas como Desafío total, Abre los ojos, La planta trece, Matrix, Origen, etc), venida de la mano de la Informática, ha hecho que recobre fuerza en los últimos veinte años.

      Efectivamente, el solipsismo no es una teoría refutable: no se puede probar que sea falsa. Por contra, pueden plantearse argumentos sofisticados para justificar su plausibilidad. Yo te propongo el siguiente. Consideremos que los mundos virtuales dentro de los mundos virtuales son posibles, al estilo e.g. de la película «Origen». Por ejemplo, puedes soñar que te pones a jugar a un videojuego donde, en cierta fase, el personaje sueña que entra en una salón recreativo y juega a una máquina de realidad virtual: ya van cuatro niveles de meta-realidad. Si cualquier número de meta-realidades fuera posible, si pudiera haber cientos o millones de realidades dentro de realidades… entonces ya sería una asombrosa casualidad que estuvieras, precisamente, en la primera de ellas, ¿no? Si hubiera un millón de realidades, cada una dentro de la siguiente, entonces la probabilidad de que estuvieras viviendo el nivel superior, es decir, «la realidad», sería de una entre un millón (a falta de más consideraciones aritméticas). Si hubiera infinitos niveles, entonces la probabilidad de que estuvieras en el nivel «realidad», el verdadero, el superior, podría ser igual a 0. Inquietante, ¿verdad? 🙂

      Otra cosa son las consecuencias prácticas de ser solipsista. Si consideras que tú inventas el mundo pero no tienes ningún control sobre dicha invención, entonces ser solipsista no tienen ninguna consecuencia práctica. Hay dos opciones:

      1.- Si el mundo realmente existe, entonces necesitas conocer las reglas que lo rigen para tener éxito en dicho mundo y lograr ser feliz.

      2.- Si el mundo es un sueño tuyo, entonces en cualquier caso necesitas conocer las reglas que rigen dicho sueño, para tomar las decisiones acertadas y lograr ser feliz en dicho mundo.

      Así que tu comportamiento sería el mismo en ambos casos.

      Asunto diferente es si, de alguna forma, descubrieras una manera de controlar tu sueño de manera más o menos voluntaria, como propone Raimundo Fuentes, el protagonista del cuento que abre esta entrada del blog. Raimundo se da cuenta de que él creó su Universo como un Dios Todopoderoso, pero que al inventarse las reglas que lo regían, se fue quitando poco a poco capacidad para poder inventarse después lo que le diera la gana. Toda nueva invención suya tenía que ser consistente con todas las reglas que se había inventado antes, así que cada vez era menos Dios. Así, llegó el momento en que estaba tan atrapado en sus propias reglas que olvidó por completo ser Dios y vivió en su creación como uno cualquiera de los mortales que deambulaban por el mundo que él se había inventado. Así trascurre su vida, hasta que cierto día recuerda que es Dios y se da cuenta de que, si admite su solipsismo sin tapujos, si vuelve a admitir que él es Dios, entonces podrá recuperar el control de su creación, podrá de nuevo hacer que en su mundo suceda lo que él quiera.

      En este último caso, ser solipsista ya no es lo mismo que no serlo. ¡De ningún modo! Si uno logra recordar cómo volver a controlar su universo, entonces podrá vivir en un universo creado a placer.

      Axdelol, buena cosa puede haber sido que hayas imaginado este blog y esta página web, que nos hayas inventado con tu mente, para ayudarte a ti mismo a reconocer que tú has creado el universo entero y que quizás puedas recuperar su control. 🙂

      Y recuerda: un buen solipsista nunca dirá que existen miles de solipsistas. Siempre dirá que sólo existe uno. 😉

  11. Yohana dijo:

    Reconozco que este cuento siempre ha sido muy duro de entender para mí. Le he dado varias interpretaciones, y aún hoy tengo dudas de si lo hago correctamente.
    Y es que el solipsismo choca con la sensatez que permite una supervivencia mental. Sea o no un sueño, una realidad tangible o no, lo cierto es que tus acciones tienen consecuencias. Y hay personas que tienen más margen para equivocarse que otras. Para las que no, una mala acción puede llevar a la perdición de la que nadie te va a sacar. De ahí la necesidad de establecer reglas para garantizar la supervivencia.

    Pero con la perspectiva del tiempo, y utilizando los principios solipsistas, interpretaré el mensaje revelado como una manera de permanecer abierto a las nuevas ideas y estímulos externos (aunque solipsisticamente yo siempre he contemplado este matiz) y aceptar que algunos estímulos puedan significar pequeños cambios en tu vida (eso yo no lo comtemplaba) porque es lo que apetece hacer, y no ser tan rígida con las reglas.

    Y ahora voy a desear que mis jef@s me regalen un crucero, y voy a hacer todo lo posible por ir, aunque tenga haya complicaciones para ir.

    • Isma dijo:

      Claro. Si piensas que el mundo es imaginario pero no tienes el control sobre él, entonces ser solipsista da lo mismo. Por ejemplo, en el mundo real puedes perder a un amigo si le tratas mal. Y en un mundo imaginario, puedes perder a un amigo imaginario si le tratas mal. En ambos casos, te quedas sin algo que, a todos los efectos práticos, era un amigo. El resultado es el mismo. Así que, ¿qué más da sueño o realidad?

      La única postura solipsista que sí importaría en la práctica, la única que llevaría a un comportamiento diferente, sería la suposición de que podrías tener el control de dicho mundo imaginario de alguna manera consciente. De ser realmente así, el solipsista no se comportaría igual que el no solipsista.

  12. Yohana dijo:

    Primero: cogito ergo sum.
    Segundo: Se supone que si es un sueño (metafórico o no), tienes una segunda oportunidad, que en la realidad no la tendrías. Y si eres una proyección, estaríamos hablando de destino, y entonces da igual lo que hagas. Cada uno puede tener una idea de cual es la respuesta adecuada. Pero las consecuencias no son las mismas dependiendo de cual sea la acertada.
    Tercero: Romper alguna regla que te protege, sobretodo si eres una persona que se encuentra poco protegida, puede significar un gran desastre para tu persona. Y es más triste si se hace solo para complacer el ego de otra.
    Cuarto: La teoría más razonable es entender el solipsismo desde el punto de vista que se ha comentado anteriormente: de que las cosas que te rodean, las más cercanas y las que te hacen feliz, son las que realmente existen. Por que a veces, no se puede hacer nada por cambiar a la gente ni a sus ideas, aunque lo intentes, y aunque te gustara. Entonces, ciertamente tienes que ser solipsista.

    • Isma dijo:

      Me ha hecho gracia lo que dices al final: «si no puedes cambiar a la gente, entonces tienes que ser solipsista». Es decir, si no puedes cambiar a la gente, entonces tienes que decidir que esa gente no existe, que sólo te la inventas tú. Lo paradójico es que no puedas cambiarla, si en realidad te la inventas tú. 😉

      Bueno, eso es lo que sustenta todas las religiones: si no te gusta la realidad, imagina otra que te guste más. 🙂

  13. Yohana dijo:

    El soliplismo razonado no consiste en imaginar otra realidad, sino en aprovechar las otras «realidades» existentes. A ese soliplismo me refería en mi última frase.

  14. Yohana dijo:

    Y a veces tampoco es cuestión de imaginar, si no de percibir…, que no es lo mismo. ¿Es posible que si una percepción varía de una circusntancia a otra sea exclusivamente culpa del que percibe?. Me imagino tu respuesta.

    • Isma dijo:

      Lo que dices me recuerda a una escena de Matrix en la que un niño, doblando una cuchara con la mente, dice a Neo: «la clave no está en desear doblar la cuchara, sino en darse cuenta de que, en realidad, no hay cuchara».

      También me recuerda a un argumento clásico de que es imposible conocer nada y descubrir las leyes de una Naturaleza. Un tipo A quiere averiguar qué hay dentro de una habitación cerrada, así que mira a través de la cerradura. Justo entonces ve pasar una mosca dentro de la habitación, y dice «la habitación está llena de moscas». Después mira por esa misma cerradura otro tipo B. No ve nada dentro, así que dice «la habitación está vacía». ¿Cuál tiene razón? El problema es que nuestra observación está terriblemente limitada. Llevamos observando la naturaleza desde hace miles de años, un tiempo ridículamente pequeño. Por ejemplo, ¿y si la constante de gravitación universal cambiase de signo cada e.g. cinco mil millones de años?

      Como se preguntaba Descartes: ¿y si hay un un dios o genio maléfico (Demiurgo lo llamaba) que nos confunde sin parar, haciéndonos creer lo que no es? La respuesta que dio Descartes, esencialmente teológica, no fue muy satisfactoria…

  15. Yohana dijo:

    La curiosidad no es mala: miras a ver en que estado está la habitación, llena de moscas o no, lo que quieras percibir. Pero después de un rato observando, si tu percepción no cambia y no encuentras ninguna conclusión positiva, lo mejor es dedicarse a mirar habitaciones cuyas percepciones resulten más satisfactorias. Mientras duren, claro. Es duro cambiar constantemente de tema de estudio; para el investigador no es nada cómodo, pero es lo más conveniente para él. Aunque siempre te quedas con una parte positiva de cada estudio.

  16. LALO dijo:

    «Lo curioso es que el solipsismo es que es una teoría del mundo tan válida y plausible como cualquier otra» Deberías considerar ir al psiquiatra algún día, decirle lo que posteaste aquí y ver si no te mete en un hospital. El solipsismo es de las mayopres falacias jamás creadas en la filosofía.
    Es irrefutable el hecho de que nuestra mente es lo único que conocemos a fondo, pero nadie tiene razones por las cuales dudar de la existencia de otras mentes. Si alguien va a tu casa y viola a tus hijos y a tus padres ¿Te quedarías quieto viendo ese acto solo por que crees que es producto de tu imaginación?
    Deja de hacerte tus chaquetas mentales y pon los pies en la Tierra

    • Isma dijo:

      Hola, LALO. Déjame argumentar a favor de que el solipsismo es plausible (lo que no es lo mismo que argumentar que sea necesariamente cierto).

      ¿Existen en la realidad las cosas que sueñas todas las noches? ¿Existen en la realidad las cosas que ven las personas que sufren una alucinación, o que están bajo efectos de las drogas, o que sufren una crisis psicótica? ¿Te resulta imposible imaginar que sea posible perder el control los sentidos y ver una realidad ficticia? Todo el que sueña o sufre una alucinación cree que está viendo la realidad. Por tanto, ¿puedes descartar tú mismo que ahora estés viviendo en una alucinación «muy larga» de varios años de duración? ¿Puedes descartar que toda tu vida sea una alucinación, un sueño?

      ¿Puedes asegurar taxativamente que existen tus familiares, tus amigos, tu casa, o el ordenador con el que estás leyendo esto ahora mismo? ¿Puedes probarlo? ¿Cómo? ¿Tu único argumento es «¡es que lo estoy viendo!»? Ese argumento no basta en absoluto, pues el que sueña también cree en lo que ve hasta que despierta.

      Me temo que el solipsismo es «irrefutable», pero ojo, no en el sentido de que «sea necesariamente cierto» (que es la acepción que la gente toma normalmente para esa palabra), sino en el sentido de que «no se puede refutar», es decir, no se puede probar que sea falso. Lo que no significa que sea necesariamente cierto, ¡por supuesto!

      Supongo que harás extensible tu petición de que vaya al psiquiatra a Gorgias, Platón, Descartes, Berkeley, Calderón de la Barca o Leibniz, y a otros muchos que argumentaron sobre la plausibilidad del solipsismo muchísimo antes que yo. Y también la harás extensible a todos los que han resucitado la idea en la cultura popular durante las últimas décadas, en películas como Matrix, Desafío Total, La Planta 13, El show de Truman, Origen, Abre los ojos, etc (es una idea que siempre vuelve cada cierto tiempo). Es más, resulta una divertida conciencia que el solipsismo se parezca, en cierto sentido, a lo que proponen varias religiones, por ejemplo el cristianismo (para el que la vida «de verdad» es la Eterna, la futura, aquella a la que «despertaremos» cuando muramos, mientras que la vida terrenal sería una mera «prueba» de Dios). Si sumamos a todos los creyentes de alguna religión que cree en algún tipo de vida eterna o reencarnación, entonces resulta que la mayor parte de la población mundial es solipsista en cierto grado. Curioso, ¿verdad?

      Vuelvo a decirlo: sólo estoy argumentando a favor de la plausibilidad del solipsismo. Sólo estoy diciendo que no puede probarse que sea falso.  No estoy afirmando que sea cierto.

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