Angosto

Despierto en mi cama-nicho, un agujero de ochenta centímetros de ancho, treinta centímetros de alto y un metro noventa de largo.

Es hora de ir al trabajo aunque, desgraciadamente, todavía no de levantarme. Como todos los días, no podré hacerlo hasta dentro de media hora, cuando alcance el corredor principal.

Me dispongo a hacer todas las rutinas matutinas, como siempre, tumbado. Tengo que mear. Cojo un tubo-manguera que sale de una pared, introduzco mi pene en él y orino, como siempre tumbado boca arriba, ya que este lugar no es lo suficientemente alto como para poder darme la vuelta y ponerme boca abajo. Evacuar aguas mayores requeriría retirar el tapón de un agujero que hay a la altura de mi culo en esta cama sobre la que yazco, pero ahora no me apetece.

Me desabrocho el pijama usando los botones laterales que hay a ambos lados de mi cuerpo y me quedo desnudo. Pulso un botón, y un gran chorro de agua cae sobre mi cuerpo y sobre mi cama impermeable. Entonces abro el tapón a la altura de mi culo que mencioné antes y el agua se va por él. Después recibo un chorro secador de aire caliente procedente del techo. Ya estoy duchado y seco.

Tocando hábilmente los botones laterales de mi nicho, accedo a mi ropa. Mi traje está separado en dos partes. Coloco la parte delantera sobre mi torso, luego la trasera bajo mi espalda, y abrocho ambas partes con los botones laterales.

Así comienza mi nuevo día en los túneles.

Me arrastro lateralmente, afuera de mi nicho y alcanzo el pasillo de mi calle: un corredor de cien metros de largo, cincuenta centímetros de alto y noventa centímetros de ancho a cuyos lados están los hogares (camas-nicho) de mis vecinos. Al ser este pasillo un poco más alto que mi nicho, por fin puedo darme la vuelta y ponerme boca abajo, con mi tripa contra el suelo.

Todos mis vecinos salen a la vez que yo. A todos nos esperan en nuestros lugares de trabajo.

Cuando todos se han puesto boca abajo igual que yo, con gran sincronización todos comenzamos a arrastrarnos cual reptiles hacia delante, a través de nuestra calle.

Al final de la calle, nuestra fila se va incorporando a la calle principal, donde nos unimos a otros tipos que van a su trabajo como nosotros. En la calle principal la altura llega a un metro, así que aquí todos podemos avanzar a gatas, lo que es mucho más cómodo y rápido.

Tras diez minutos de avanzar a gatas en fila, la calle principal desemboca, por fin, en el gran corredor. Un espléndido corredor de un metro de ancho y dos metros de alto, en el que, por fin, la fila puede avanzar a pie.

Como dije antes, media hora después de despertarme por fin logro levantarme.

Tras veinte minutos andando en fila india, abandono el gran corredor y entro en otra calle en la que hay que ir a gatas, y más tarde en otra estrecha calle menor en la que hay que avanzar arrastrándose por el suelo. Finalmente alcanzo la entrada de mi centro de trabajo, que atravieso practicando cierto contorsionismo, como siempre. Después, arrastrándome a través de diversos pasillos, alcanzo mi cubículo, que tiene la forma exacta y el volumen mínimo necesario para que pueda ponerme sentado, eso sí, con la cabeza ligeramente inclinada para no tocar el techo sobre mí. Justo a la altura de mi cabeza, ante mis ojos se abre una oquedad de cincuenta centímetros de profundidad hasta una pantalla de ordenador. La altura y anchura son exactamente las de la pantalla. A la altura de mis rodillas hay un teclado donde tengo que poner mis manos para teclear. Lógicamente no veo las teclas, pero estoy acostumbrado. De hecho, no puedo ver ninguna parte de mi cuerpo, sólo puedo observar la pantalla de ordenador que tengo enfrente de mi cara.

Comienzo una nueva jornada laboral. Durante las próximas trece horas (menos cinco minutos que usaré para sorber, a través de una pajita, un engrudo alimenticio que sale de la pared), diseñaré nuevos túneles para albergar a la siempre creciente población de la Tierra. ¡Diez trillones de personas no caben en cualquier sitio!

Ustedes pensarán que el diseño de túneles es una tarea repetitiva: cuando hacen falta nuevos túneles, simplemente hay que cavar más profundo en la tierra y ponerlos allí. Bueno, eso era cierto hasta hace tres siglos, más o menos. Por entonces ya habíamos perforado tantos túneles en la corteza terrestre que, si seguíamos colocando nuevos túneles más abajo, correríamos el riesgo de que se derrumbasen sobre ellos todos los túneles que había en los niveles superiores. Todos los niveles deben sostenerse, en última instancia, sobre tierra firme, así que los pilares de contención no pueden ser indefinidamente largos. Si usted agujerea una tarta una y otra vez, llegará el momento en que la tarta se derrumbará. Así que no podemos crear nuevos túneles a profundidades ilimitadas.

De esa forma llegamos a una conclusión inevitable: dado que ya no podíamos robar más volumen a la tierra, tendríamos que aprovechar mejor el volumen ya conquistado. Para hacer sitio para todos, cada túnel ancho se dividiría en varios túneles paralelos más estrechos separados por paredes, y los hogares tendrían que ser más pequeños. Y también menos altos. Y luego otra vez, y después otra vez más. Si no cabemos con el espacio asignado a cada uno, hay que reducir el espacio asignado a cada uno. Una y otra vez. Y otra vez, hasta que llegamos al punto en el que nos encontramos actualmente.

Por poner un ejemplo, ninguno de mis compañeros de trabajo, ubicados en los cubículos alineados junto al mío en este pasillo de mi centro de trabajo, hemos logrado nunca enfocar la vista a más de un metro de distancia, salvo cuando recorremos las calles y corredores. Y cuando estamos en los corredores, nuestra vista sólo alcanza hasta el siguiente tipo de la fila andando en nuestra misma dirección. Así que, incluso contando las veces en que hemos recorrido los corredores en las horas menos concurridas, nuestra vista nunca ha enfocado a más de cuatro o cinco metros de distancia desde nuestra posición.

La escasez de espacio es, en realidad, nuestro principal problema. De momento, alimentarnos no lo es: la superficie terrestre totalmente cultivada y las granjas puestas en órbita, construidas con la tierra sacada de los túneles y trabajadas por robots, alimentan suficientemente a todos nuestros habitantes (a los que, por cierto, no les conviene engordar, pues entonces literalmente dejarían de caber en los nichos y en los túneles).

Hace siglos, la lucha de las naciones por el volumen del subsuelo abocó a todas ellas a aumentar su población sin fin. Lo hicieron así porque era la forma más efectiva y barata de poder reclamar más y más espacio: las leyes internacionales asignaban a cada país espacio según su población. Dichas leyes se crearon en un intento de evitar unas guerras que habían empezado a ser destructivas para todos. Antes de la llegada de esas leyes era frecuente que, cuando la población de un país estaba más apretada que la población de sus vecinos, invadía a sus vecinos. Y si hay algo que nunca debes hacer cuando vives en un subsuelo plagado de niveles de túneles que no se derrumban debido a un precario equilibrio, es iniciar una guerra: es facilísimo derrumbar los túneles de tu enemigo. Y que tu enemigo derribe los tuyos, claro. Así que, para evitar conflictos autodestructivos, se decidió que el volumen de subsuelo se asignaría en proporción a la población de cada país.

Pero esto inició una carrera de expansión poblacional sin límites. Más subsuelo suponía acceder a más minerales estratégicos, así que los países no podían renunciar a poder reclamar más espacio constantemente. Cuando alcanzamos el umbral en que ya no podíamos seguir creando más túneles en las profundidades (pues en tal caso los túneles superiores se hundirían sobre los inferiores), las leyes internacionales establecieron que los nuevos túneles estrechos, resultantes de separar con nuevos muros paralelos los antiguos túneles anchos, también se repartieran a las naciones en función de su población. Así que las naciones siguieron aumentando su población como única manera de poder reclamar más volumen en el subsuelo (o al menos el mismo volumen, dado el aumento de población de las demás).

Sentado por fin en mi cubículo, estoy preparado para comenzar mi jornada de trabajo. Empieza así mi rutina laboral diaria.

No obstante, aunque todavía no lo sé, el día de hoy será diferente al resto.

Según el procedimiento habitual, recibo mis instrucciones por correo electrónico. Debo planificar una nueva división de túneles para crear más nicho-camas. Es mi tarea más común.

Conforme a la normativa constructiva de túneles residenciales, por cada cien nuevos nichos planificados debo reservar uno con doble altura que servirá de nicho vis-a-vis, es decir, un nicho donde las parejas podrán tener encuentros sexuales. Hace cien años, los matrimonios tenían nichos más grandes que los solteros. Inicialmente eran el doble de anchos (para que pudiera ponerse uno junto al otro) y también el doble de altos (para que también pudiera ponerse uno encima del otro), pero ese volumen, cuádruple del normal, levantó las envidias de los solteros, lo que finalmente desencadenó un rechazo hacia los nichos matrimoniales. A esto se sumó que las parejas que convivían día tras día, y año tras año, en dos metros cúbicos y pico, acababan no soportándose, y rara era la pareja que duraba más de tres años. Finalmente se decidió que cada cónyuge tendría que habitar su propio nicho y que, si querían tener sexo, tendrían que reservar el nicho vis-a-vis y desplazarse a él en la hora reservada.

Además, por cada doscientos nichos construidos, debo colocar un nicho comunitario de estiramiento, es decir, un nicho de dos metros y medio de largo, ochenta centímetros de ancho y treinta centímetros de alto disponible para que, previa solicitud de turno, cualquier vecino pueda entrar y estirar completamente los brazos hacia arriba. ¡Qué bien sienta a los brazos poder levantarlos de vez en cuando por encima de la cabeza y estirarlos del todo! Estirarse en las calles donde avanzamos arrastrándonos o a gatas está completamente prohibido, pues paraliza momentáneamente la fila y genera atascos. Respecto a los corredores, donde se va a pie, la altura no es suficiente para estirar los brazos hacia arriba. Por tanto, quien quiera estirarse tiene que reservar un nicho de estiramiento y esperar su turno.

Como siempre, reviso los planos de los túneles ya existentes en el área de la nueva obra.

Debo comenzar dividiendo cierto gran corredor, de quinientos metros de largo, dos metros de alto y uno de ancho, en varios nuevos corredores paralelos que conduzcan a las distintas áreas de nichos de manera separada, para evitar atascos. Siguiendo el procedimiento típico, podría separar el corredor en alturas, concretamente en cuatro túneles paralelos de cuarenta y cinco centímetros de alto por un metro de ancho, por los que se podría avanzar a gatas.

Pero entonces se me ocurre una alternativa. Para aumentar el tiempo que los vecinos de la zona puedan desplazarse erguidos, podría dividir el corredor por anchuras en lugar de por alturas, dividiéndolo en tres túneles de dos metros de alto y treinta centímetros de ancho. Los vecinos tendrían que recorrerlos andando de lado, con el torso tocando una pared y la espalda tocando la otra, pero podría ser una agradable novedad para aumentar su tiempo erguidos.

Dado que así saldrían tres túneles en lugar de cuatro como estaba previsto, llevar a cabo esta alternativa requerirá que antes pida una autorización a mis superiores. No obstante, para justificar mi petición de autorización formalmente, antes tendré que hacer los cálculos constructivos y adjuntarlos a la petición. Introduzco los datos en el ordenador y calculo.

No cuadran los valores que veo en la pantalla. A estas horas de la mañana todavía no soy muy hábil precisamente, a ver en qué me he equivocado… Creo que ya lo tengo… Al introducir la anchura, debo haberla escrito en metros en lugar de centímetros. Lo multiplico por cien. ¡Por Dios, ahora todo cuadra mucho menos! Ya lo veo, qué tonto estoy. En realidad, al principio lo había escrito en centímetros en lugar de en metros, no al contrario. Así que el valor que introduje al principio era 100 veces superior al correcto, y el valor tras mi corrección anterior es 10.000 veces superior. Bueno, tendré que dividirlo entre 10.000 para arreglarlo. Un momento, ¿qué es ese mensaje de error de la pantalla? ¿Por qué no me deja hacer la división y corregir el valor?

“Desbordamiento de número”. El sistema se ha bloqueado. Genial. Así que el genio informático que hizo este programa decidió que nunca habría que introducir, en el grosor de un pasillo, un valor superior a los… tres mil metros. Y no reservó bytes de memoria suficientes para almacenar el número que yo he escrito. Ciertamente no tiene sentido un pasillo así de ancho, ¡pero el sistema no tendría que colgarse por semejante error al introducir un dato!

“Sistema reiniciándose” leo. Parece que, en este mundo nuestro, incluso los programas sufren estrecheces.

“¿Activar filtro de túneles privados? (sí/no)” dice la pantalla. ¿Qué demonios es eso de “filtro de túneles privados”? Es la primera vez que veo esa pregunta. Aunque también es la primera vez que veo el sistema reiniciándose.

¿Por qué iba a filtrar algo que no sé ni lo que es? Respondo “no”.

Por fin, el sistema se reinicia por completo y puedo volver a mi tarea.

De nuevo, reviso los planos de los túneles existentes en el área de la obra.

No obstante, esta vez veo algo que no me cuadra en el mapa. Hay una gigantesca sala en las inmediaciones de la zona, una sala que no había visto antes de que el sistema se reiniciara. Ocupa nada menos que cinco por cinco por dos metros.

No sabía que existieran salas así. Lo más parecido que conozco son las salas de cruce de túneles, donde se distribuyen las filas de personas entre los túneles que se cruzan, utilizados para que cada persona pueda cambiar de fila y dirigirse hacia su propio destino. Dichos nudos siempre están atestados de gente, y suelen ser fuente de terribles atascos.

Pero ni siquiera esos cruces son tan grandes como esta sala que estoy viendo en el plano. Como mucho, suelen ser de tres metros por tres metros. ¡Pero esto es de cinco metros por cinco metros!

Repaso múltiples documentos de planes urbanísticos y descubro que esa sala no tiene asignado ningún uso público. Entonces reviso el registro de la propiedad. Compruebo las escrituras de las propiedades ubicadas en la calle en la que está la sala según el plano. Aquella sala no coincide con ninguna de las propiedades que aparecen asociadas con el nombre de esa calle. A continuación intento otra estrategia: simplemente introduzco las coordenadas de la sala. Entonces, por fin, una escritura aparece. Descubro que ese espacio está realmente asignado de manera privada a una persona. ¡Es un nicho-cama! ¡Un gigantesco nicho-cama!

Nunca había visto nada similar. Paso las siguientes horas repasando mapas de túneles, tratando de buscar salas similares. Tras tres horas de búsqueda, descubro que existen más salas de ese tamaño. Todas son nicho-camas privadas.

Horas más tarde, descubro que todas esas gigantes nicho-camas pertenecen a gente influyente de nuestra sociedad, sobre todo miembros del gobierno, contratistas de construcción y terratenientes de granjas espaciales.

¡No tenía ni idea de que hubiera gente que gozara de más espacio que los demás!

Comento mis hallazgos con mis compañeros por el chat. Todos se muestran tan sorprendidos como yo. Muchos introducen en sus ordenadores los mismos datos que provocaron antes el desbordamiento de mi propio ordenador. Al reiniciarse sus sistemas automáticamente igual que ocurrió con el mío, también renuncian a aplicar el “filtro de salas privadas”, como yo mismo hice antes. Entonces, por fin pueden ver en sus pantallas los mismos planos no censurados que yo llevo horas viendo.

¿Cómo consiguieron los propietarios de semejantes nicho-camas semejante dispendio de volumen? Estudiando el registro de la propiedad, descubro que todos ellos heredaron sus nicho-camas de sus padres, los cuales los heredaron de sus padres, y así sucesivamente. Por algún motivo, las leyes de reducción de volumen de los nichos que llevan siglos aplicándose a los demás no les afectan a ellos, que llevan siglos teniendo un espacio descomunal para ellos solos. ¡Esto es intolerable!

Repasando los planos, descubro que las entradas de estos súper-nichos se encuentran camufladas bajo el aspecto de entradas de nichos-cama normales. Por eso todos desconocíamos su existencia.

A medida que mis compañeros se unen a mi investigación, descubren más y más súper- nichos asignados a gente notable por derecho de herencia. Todos nos ponemos furiosos.

Al acabar la jornada, nuestra indignación se torna en ira. ¿Cómo puede existir una casta de privilegiados que viven con muchísimo más espacio que los demás, simplemente porque heredaron dicho espacio de sus ancestros y porque, al ser ellos los que mandan, pudieron crear leyes opacas para que las reducciones de espacio que nos afectaban a todos no les afectasen a ellos?

Esto es intolerable. Decidimos que vamos a atacar.

Cuando acaba nuestra jornada, vamos todos en fila hacia un almacén de construcción y nos hacemos con barras metálicas y palancas. Entonces nos dirigimos, también en fila, a uno de esos súper-nichos. Vamos a asaltarlo.

Soy el primero de la fila. Tras cruzar varios corredores y calles, llegamos a la calle menor en la que se encuentra nuestro objetivo. Como en cualquier otra calle de nicho-camas, la estrechez nos obliga a desplazarnos arrastrándonos por el suelo.

Alcanzo la entrada de la nicho-cama que, según los planos, es gigantesca. La puerta es igual que la de cualquier otra nicho-cama de la calle. Armado con una palanca y ayudado por mi compañero de atrás, logro desvencijar el candado y abrir la puerta.

Entonces entramos y comenzamos a arrastrarnos por un pasillo que conduce a la gigantesca sala que indicaban los planos. Alcanzamos la sala. Entro y me pongo de pie.

Mientras observo abrumado la mayor cantidad de espacio que hayan visto mis ojos en toda mi vida (¡cincuenta metros cúbicos! ¡ni siquiera podría haberlos imaginado!), otros dos compañeros de mi fila se me unen al alcanzar también el final del pasillo y entrar en la sala.

En el centro de la gigantesca sala veo un hombre muy sorprendido por nuestra presencia.

Al enfocar la vista tan lejos, en medio de tanto espacio vacío, comienzo a sentir vértigo. Me mareo. Se me nubla la vista. El mundo da vueltas a mi alrededor.

Logro percibir que a mis compañeros les ocurre lo mismo. Esta inmensidad de espacio les está haciendo sentir, como a mí, un ataque de agorafobia.

El tipo en el centro de la sala ríe.

-¡Esto no es para vosotros! ¡No estáis preparados para esto! ¡Volved por donde habéis venido!

Siento náuseas, me siento perdido entre tan gigantesco volumen. Sudo y mi pulso se acelera. Siento pavor.

Debo regresar al estrecho pasillo que nos ha conducido hasta aquí. Aterrado, me escabullo y vuelvo al estrecho pasillo. Mis compañeros hacen lo mismo.

Las estrecheces nos hacen sentir más seguros. Pero al recordar la inmensidad que acabamos de ver, seguimos sintiendo una terrible angustia.

Sin mediar palabra, todos salimos en fila por la puerta del nicho-cama y comenzamos a recorrer los pasillos, las calles y los corredores que nos conducen hacia nuestras respectivas nicho-camas.

Tras media hora andando en fila india, a gatas, y arrastrándome por el suelo, alcanzo la seguridad de mi nicho-cama.

Vuelvo a sentirme a salvo. Me relajo.

Recuerdo que, siendo muy pequeño, a veces me ponía en posición fetal cuando la amalgama de piernas y brazos de los otros niños con los que compartía mi nicho-cama infantil me lo permitían. Esa postura me daba seguridad cuando tenía miedo.

Lo echo de menos. Si mi nicho-cama actual fuera lo suficientemente alta como para poder ponerme de lado, ahora mismo me pondría en posición fetal.

Pero no lo es.

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9 respuestas a Angosto

  1. Yohana dijo:

    Bueno,esta bien para hacerte pensar.
    Pero por poner un pero, desde mi aborregada perspectiva tengo que decir que a lo mejor no solo es algo mental lo que evita que los hombres-topo se levanten en rebelión contra los abusones. Es también algo físico.
    Me explico: ¿cómo se van a levantar si no tienen espacio para hacerlo? Si ni siquiera pueden darse la vuelta sin hacer un esfuerzo. ¿Cómo se van a reunir, si en toda su vida solo saben ir en fila india? ¿No has pensado que al ir entrando en la enorme sala de uno en uno, no estaría el influyente con el bate de beisbol en la mano esperándoles? ¿Es que no has visto “300”? (yo tampoco, pero me lo han contado).
    Su propio sistema de vida, creado desde hace mucho tiempo antes, es el que los oprime en realidad. Los que viven en las salas grandes, son los “altos” (véase “1984”) que siempre existirán en cualquier organización populosa humana, y que serán sustituidos por los “medianos” en algún momento del ciclo. Ciclo, ya sabes.

    • Isma dijo:

      Claro, el cuento es bastante metefórico sobre el mundo real. Creemos que las leyes son iguales para todos… hasta que descubrimos que las SICAV tributan al 1% (mientras que las rentas del trabajo normalmente tributan al 10%, 20%, 30%, etc) y que meterte una SICAV sólo es realmente factible si eres rico. Y si pagar el 1% te parece mucho, siempre puedes abrirte una cuenta en Suiza o en las Islas Caimán, donde no tributarás. ¿Alguien se sorprende de que nadie invadiera Suiza en la II Guerra Mundial? El gobernante que se atreviera se habría quedado sin su maravillosa cuenta secreta.

      Dicen que uno de los mejores inventos a favor de la gobernabilidad fue la televisión. Logró sacar a los ciudadanos de las calles, donde era más fácil que conspirasen contra sus gobernantes. En lugar de quejarse en corrillos en la calle, la gente se metió en sus casas para entretenerse por un precio irrisorio y para oir los mensajes de su gobernante. En la tele, la información fluye en una sola dirección: del gobernante al gobernado. Lo divertido de internet, y lo que lo hace tan subversivo, es que ha abierto todas las demás direcciones de comunicación. 🙂

      Llegará el momento en que los ricos darán una pastillita a los pobres para que sean incapaces de disfrutar de la comida buena, la bebida buena, las casas buenas, los viajes buenos, etc. Se la darán para que, como en el cuento, todas esas cosas den vértigo y náuseas al verlas. Entonces, ya jamás los medianos volverán a sustituir a los altos. Los épsilones serán felices.

      En cualquier caso, en el cuento también quería evocar esa sensación tan contradictoria que es estar «apretado/protegido». Las estrecheces nos agobian, pero también nos dan cierta seguridad al recordarnos al útero materno. Es una incomodidad que, paradójicamente, nos devuelve a nuestras cómodas raíces.

  2. Yohana dijo:

    La verdad es que no entiendo bien que es una SICAV y cuáles son sus connotaciones. Para mí esa palabra solo significa más chanchullos mercantiles sobre una base económica de dinero que no existe ¿Qué es una SICAV y cuáles son sus connotaciones? Y lo de que solo puedes meterte en una SICAV si eres rico, a mí me parece lo de ser rico es equivalente a formar parte de la casta superior (si quieres llámalo clan superior) en la que determinadas acciones, no solo meterte en una SICAV, sólo te están permitidas si formas parte de su privilegiada casta.
    Y sí, quizás yo me siento protegida en las estrecheces de mi clan, no necesitaría pastillitas. Al fin y al cabo es lo único que me queda. Y sí, quizás sólo sea una austera y feliz “intocable”, pero lamentablemente mi clan tiene conciencia. Y la conciencia y la tranquilidad tienen mucho valor en mi clan. No digo que este bien dejarse pisar, pero también hay que mirar las cosas con perspectiva.
    Internet vs TV: es evidente que yo soy más de internet. ¿Qué habría hecho yo sin él? Pero también tiene sus aspectos negativos. En un programa “internaútico” (al que ya no puedo acceder desde que me sustituyeron el ordenador por la patata) se decía que internet provocaría que las siguientes generaciones desarrollarían mayor capacidad para captar toda la información, más rápido, de una forma global y con mejores aptitudes cerebro- visuales. Pero perderían la capacidad de profundizar en los hechos: la compresión lectora no sería su fuerte, se quedarían en lo superficial. Pueden gestionar mucha información, pero no especializarse en nada ¿Qué es mejor?
    Además internet también te aparta del mundo real. En ocasiones, eso puede ser un problema, porque tu supervivencia depende del mundo real.

    • Isma dijo:

      Las SICAV sirven para que varias personas hagan una inversión conjunta y tributen al 1% de los beneficios. Tienen que ser al menos 100 personas, y el capital tiene que llegar a las 2.400.000 euros. Hacienda no tiene ningún control sobre ellas, las controla directamente la CNMV. Teóricamente Hacienda cobra, con los tipos impositivos normales, cuando sacas el dinero de la SICAV y quieres disponer de él. Pero he aquí el truco: muchas veces hay un único inversor muy rico, y 99 testaferros (llamados «mariachis» en el sector) que están ahí sólo para que su «señor» pueda tributar al 1%. Como Hacienda no puede meter mano por ley dentro de la SICAV, es fácil montarlo para que sea así. Buen negocio, ¿verdad?

      También están las cuentas en paraísos fiscales. Hace algún tiempo, un tipo que trabajaba en un banco suizo se llevó listados de europeos con cuentas de europeos en su banco (en Suiza el secreto bancario es por ley). Probablemente quería chantajear a los defraudadores, pero sus datos fueron intervenidos en Francia cuando Francia le detuvo a petición de Suiza (que dio a Francia un motivo de detención de mentira). En Francia saltó el escándalo cuando encontraron la lista de casualidad. Lagarde, entonces ministra de Economía de Francia, entregó la lista de defraudadores europeos a sus países, entre ellos España (donde no trascendió y ninguno fue a la cárcel, simplemente devolvieron parte y se llevaron un tirón de orejas) y Grecia. Grecia que no hizo nada, pues en la lista (llamada «lista Lagarde») estaban los Altos griegos. Un periodista griego la consiguió y la publicó, y ahora está detenido. Por su parte, al tipo que reveló la información le detuvieron en España, donde no sólo no es delito liberar esa información, sino que es obligatorio por ley destapar cualquier fraude fiscal que se conozca. ¿Qué cargos le imputarán en España por haber atacado a los Altos? Ya se inventarán algo.

      Sí, quizás la facilidad para acceder a la información de internet (extensivamente en vez de intensivamente) pueda generar déficit de atención. Ojo, la tele también. Cuando nos tragamos secuencias de anuncios de 15 minutos (aunque hagas zapping, es inevitable tragarse algo), educas a tu mente a lo siguiente: «Recibirás decenas de mensajes consecutivos de 20 segundos, donde cada mensaje no tendrá nada que ver con el anterior. No habrá hilo conductor, no habrá moraleja alguna tras esos 15 minutos de información caótica y absurda. Conclusión: deja de atender, deja de recordar, no sirve para nada«. Todos esos años educando a tu mente a olvidar y a desatender tienen que hacer mella.

      El alejamiento de la realidad llega con el anonimato, también la subversión. En el Renacimiento, los romanos escribían sus quejas en papeles que colgaban anónimamente en una estatua de la Plaza Navona. Ahora tenemos los foros de internet, más divertidos.

  3. Yohana dijo:

    SICAV, básicamente lo que yo decía: unos señores adinerados y arrogantes que especulan con dinero que no existe, y sacan beneficios ficticios, pero válidos para el mundo real (¿quién posee 2.400.000 euros en metálico?). Hasta que un “alto” del tipo alfa se da cuenta un día de que ya no le divierte tanto este tipo de juego, y se inventa otro, de acuerdo con otros “altos” alfa, para deshacerse de los “altos” tipo omega y épsilon, y de los “medianos” espabiladillos que se hayan podido colar en el juego.
    J###R! Y ya me estoy perdiendo… ¿Qué es la CNMV? ¿Y no les da un palo que-te-cagas Hacienda cuando quieren retirar los beneficios? ¿No debería haber una comisión bancaria, o algo así, que vigile que los beneficios se repartan a partes iguales, constituyendo el hecho de no hacerlo así un delito por prevaricación, o similar?

    Información bancaria e internet: ya te dije yo que las guerras del futuro se basarían en “guerras de información”. El mundo periodístico ha dado un salto enorme, y ahora se atreven a contarnos los movimientos de los “altos”, lo que les roba poder porque aunque salgan indemnes, ya no tendrán tanta libertad de movimiento, y lo ganan los propios periodistas que deciden quién es malo y quién no. Yo no estoy segura de su objetividad, ni de que se tengan en cuenta todos los matices, y siempre hay alguien detrás de la prensa.Cuidado.
    El problema de la información que proporciona internet, es que a mí me parece que no siempre tiene porque ser veraz. Dejando a un lado a los periodistas y profesionales (los que supongo buenos), hay mucha mitomanía y mucha subversión (ya sé, no suversión) por la red.

    Tampoco entiendo tu última reflexión. ¿Por qué el alejamiento de la realidad se produce con el anonimato? ¿No sería al revés?. Es decir, que seas una persona anónima, incluso que crees tu propio alter ego en el mundo virtual, lo que te gustaría ser en la vida real y a veces no eres, ¿no eso lo que te aparta de la realidad?. ¿Servía para algo dejar una queja en una estatua? ¿Leía alguien luego las quejas?
    Y si sabes de un foro que sea adecuado a mi nivel friki, te agradecería la recomendación. A lo mejor me viene bien.

    • Isma dijo:

      Tienes razón en lo de las guerras de la información, pues de hecho el control de la información es lo que hace posible la democracia. Hay dos formas de que un gobierno sea democrático: (a) haciendo que las acciones del gobierno cambien de rumbo cuando se alejan de la opinión del pueblo; y (b) haciendo que la opinión del pueblo cambie de rumbo cuando se aleja de las acciones del gobierno. En ambos casos hay democracia, pues pueblo y gobierno coinciden. Si eres un tirano despótico, pero eres capaz de convencer a tu pueblo de que tus actos cumplen sus deseos, entonces serás el perfecto demócrata.

      Existe la curiosa creencia de que hoy en día tenemos democracia porque somos capaces de reinvindicar nuestros deseos como pueblo ante nuestros gobernantes. Ahora somos cultos y no nos dejamos pisotear, y por eso hay democracia, no como hace siglos, cuando monarquías absolutas, imperios y dictaduras se imponían sobre el ciudadano sumiso, temeroso e iletrado, que aceptaba las jerarquías y su sumisión ante su Rey como proyección de su sumisión a Dios, que la religión le enseñaba de niño. Pero esto no es cierto: si ahora tenemos democracia, es porque los medios de información son más efectivos para lograr que el pueblo acepte y apoye las decisiones de los gobernantes (caso (b) anterior). Ya no hace falta la religión para que aceptemos las jerarquías e inculcarnos la idea de que «debo obedecer a mis superiores, igual que debo obedecer a Dios». La nueva ideología consiste en que nos creamos iguales con nuestro gobernante, que creamos que mandamos, pero que siempre opinemos lo que nos digan. Nos dividen en dos o más bandos (partidos políticos) para que nos alineemos fanáticamente, para que creamos que hay lucha de ideas en vez de turno de caras, y para que podamos echar la culpa a «los otros» cuando la cagan, en vez de al propio sistema. La mejor frase nunca dicha sobre el bipartidismo la dijo Homer Simpson: «¡A mi no me mires, nena, yo voté a Kodos!».

      La democracia representativa será sustituida por la democracia directa (e.d. todos votando directamente cada ley y norma) cuando el control de opinión por los medios de comunicación sea perfecto. Entonces nos sentiremos poderosos y soberanos… con nuestros votos y nuestra opinión teledirigidas desde arriba.

      Los comentarios en este blog iban de camino de ser el foro friki que decías… una pena que no entre nadie más. 😉

  4. Yohana dijo:

    Creo que simplificas demasiado las cosas. No tiene por qué ser blanco o negro, siempre hay muchos matices. Quiero decir, que no creo que la gente no sea consciente de la realidad que les rodea o acepte sin más las explicaciones del gobierno. Es la era de la información, y cada cuál puede escoger la información que más le convenza en función de sus inclinaciones (ej. cuatro perro flautas o seguimiento total). Y sí, siempre habrá gente muy cerril, para todo. Pero no creo que la mayoría de la gente sea ajena al hecho de que nos están estafando por todas partes, solo que con lo que llaman crisis (yo lo llamo “reajuste” o cambio gradual de jerarquía) este hecho es más visible. Por poner un ejemplo, mi padre pertenece a esa generación postguerra iletrada y sumisa, y es una de las personas más anti-religiosas y más anti-monárquica (que no republicano. Yo tampoco lo entiendo) que conozco.
    Pero todos tienen sus motivos, y no siempre proceden del que manda. Para mí las “limitaciones” del pueblo tienen más que ver con la propia estructura social, que con su oligarquía. Algo similar describíais en un post. Pero lo cierto es que a todo el mundo le cuesta MUCHO esfuerzo hacerse su pequeño hueco en la sociedad: vivir en tu casa, medrar en tu trabajo, tener hijos (eso deberías saberlo tú mejor ¿o no?), todo eso lleva mucho esfuerzo y es la propia sociedad de “por mí y por todos mis compañeros, y por mí el primero”, la que te dificulta obtener esos objetivos, como para culpar y enfrentarse al orden establecido, y arriesgarte a quitarles el pan de la boca a tus hijos.
    Manidas frases del tipo “habría que eliminar a todos los políticos” o “Son el mismo perro con distinto collar” confirma mi versión. La gente en general no es tonta, salvo algunos y otros que no pueden olvidar. Y la mayoría de la gente joven es apolítica por esa razón. Yo confío en que es cuestión de tiempo que es bipartidismo se derrumbe por su propio peso. Esto es Europa. Pero quizás seamos demasiados viviendo todos de las mismas reglas.
    Sí, en este blog me siento muy cómoda. Pero en el fondo, no es justo para mí.

    • Isma dijo:

      Es posible que el bipartidismo sea mucho más aceptado cuando no hay una crisis extrema, como ahora. Cuando todo va bien, a la gente le da más o menos igual que las dos opciones existentes sean, en lo esencial, más o menos iguales. Pero con la crisis todo cambia, y más después de ver que vamos igual de mal con unos que con otros.

      Hay un dato que me parece interesante: ¿Te has fijado que últimamente, en los últimos dos años más o menos, La 2 no hace más que emitir documentales sobre Hitler, la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Nuremberg, Mussolini, etc? ¿Te has preguntado por qué? Cuando hay desencanto con el sistema actual, otras opciones «rompedoras» con el sistema empiezan a recibir apoyo, entre ellas el fascismo. Los políticos temen un auge de la extrema derecha, como ha ocurrido en otros países de Europa. En España, por ahora no ha pasado porque Franco está mucho más cercano en el tiempo que la II G.M. para el resto de Europa. Pero ahora, con el cambio generacional y el desencanto, cualquier cosa podría ocurrir. El gobierno (éste y el anterior) tratan de evitarlo mostrando en la televisón pública los efectos del fascismo en la historia, día sí y día también. Esto le preocupaba al PSOE cuando gobernaba… y le aterra aún más al PP, que teme que surja un partido «factible» por su derecha que se coma su electorado.

  5. Yohana dijo:

    je,je…¿por eso han quitado «amar en tiempos revueltos»?

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